Los ciclos se repiten una y otra vez frente a nuestros ojos, en las cosas que pudieran parecer más insignificantes, invisibles cuando caminamos a nuestros destinos llenos de tecnologías, y comodidades. La flor y el sol se vuelven uno, compartiendo juntos un mismo instante en el mar de la eternidad, nacimiento, vida y muerte en un mismo ser, lo mismo debiéramos tomar como lección: somos materia, somos vida y energía vibrando en el universo en ese instante que jamás regresa y que hemos alcanzado juntos.
Lugar: La pradera eterna del espiral sin fin.
Nikon D5100.
2 comentarios:
Que bueno que vueles a las las letras otra vez!
Todavía no vuelvo, sigo sin encontrarlas por estos lares.
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